“El hipermercado al final de la carretera está siempre abierto: todo el día, las puertas automáticas se abren en un sentido u otro, acogen y expulsan una auténtica marea humana. Sus espacios iluminados por fluorescentes son tan impersonales y eternos que de ellos emana la misma sensación de bienestar que de alineación. Dentro puedes olvidar que no estás solo o que lo estás”.
Rachel Cusk, Despojos
Los supermercados, en la visión de Rachel Cusk, tienen algo de aeropuerto. Un espacio en el que no se negocia nada, excepto las decisiones de consumo. Rectificamos. Se negocia mucho en un supermercado. Elegir esto o elegir aquello, comprar algo que no deberías (siempre), algo que quieren otros (pero que tú no), algo que sabes que te hace bien (pero que es caro), algo que cumple con la salud, con la tierra, con las personas (pero que no está disponible).
“El tiempo de espera en caja es cuando más próximos estamos los unos de los otros. Observados y observadores, oídos y oyentes. O simplemente captándonos de manera intuitiva, flotante”.
Escribe Annie Ernaux en Mira las luces amor mío, libro que, por cierto, abre con la cita anterior de Cusk.
© Martin Parr
Y ahí intentamos adivinar la personalidad y los gustos de quienes nos empujan por detrás como si haciéndolo ganaran tiempo, solo analizando lo que arrastran sus carritos. “No les gusta cocinar”. “Tienen muchos hijos”. “No tienen hijos”. “Hacen dieta”. "Les gusta la fiesta”. “No tiene pareja”. “Tiene un mal día”.
La persona que te atiende, si quisiera, podría hacer un estudio sociológico de quienes pasan (¡pi!) por la caja (¡pi!) y se desvanecen (¡pi!) por las puertas automáticas a un mundo que solo aciertan a imaginar (ellxs y nosotrxs).
En una de sus maravillosas crónicas, Leila Guerriero (a quien tenemos la fortuna de tener en esta edición de Diálogos —holaquétalvieneLeila—) ahonda, entre otras cosas, en esa relación tan impersonal y al mismo tiempo tan personal que se genera con quien te vende comida.
Ale es chino, y sabe muchas cosas de mí. Cuando estoy en casa, cuando salgo de viaje, cuándo se termina mi dinero y cuándo no hay más comida en mi heladera. Técnicamente, y desde hace cinco años, Ale es el hombre que me alimenta. Lo veo más que a cualquiera de mis amigos, hablo con él dos o tres veces por semana, sabe que me gusta el queso estacionado y que no como nada que tenga ajo. Cuando hago un pedido por teléfono y olvido algo —pan, leche— me lo recuerda:
—¿Hoy no pan, hoy no leche?
Si le pido cuatrocientos gramos de jamón crudo se alarma:
—Muy caro. ¿Tanto quiere?
Conoce mi nombre, mi número de documento, mi profesión, el nombre del periódico donde trabajo, la dirección exacta de mi casa y la cantidad de gaseosa y pasta dental que consumo por semana.
En cambio yo (después de entrevistarlo una docena de veces, de citarlo en bares y hablar a hurtadillas en su lugar de trabajo para responder una pregunta simple: por qué vino de su China milenaria a estas jóvenes pampas del sur) todavía no sé —nunca sabré— nada de él.
Estamos en desventaja frente a los trabajadores de los supermercados.
Que lo que anotamos en una lista de la compra (la respetemos o no) es una decisión política lo han dicho muchxs. Quién está detrás de lo que comemos, quién lo produce, qué condiciones de vida tienen quienes contratan para hacerlo, dónde lo hacen, cuándo lo hacen, cómo viven los animales, de qué se alimentan, qué cuenta ese listado de ingredientes, cómo nos afecta, cómo nos define. Y a veces, cuando pasamos por caja (¡pi!), no podemos hacer otra cosa que agachar la cabeza o disimular, diciéndole a uno de nuestros hijes “mira las luces, amor mío”, para que no se den cuenta, para que no nos pillen en un renuncio.
© Martin Parr
PARA ABRIR EL APETITO
💆🏼♂️ Pues ya que estamos con los supermercados, recuperamos esto de Juan Revenga, quien estará en esta edición Diálogos: “Por qué los mercados son buenos para la salud (y los supermercados no)”. En El País.
🌱 No se nos ha olvidado. “Del campo a la mesa sin pasar por la cabeza”. Por Sarah Serrano en Hule y Mantel.
🍸 Esto tan duro de Luna Miguel. “Es difícil escribir algo que no haya escrito ya un borracho”. En El País.
🍊 Cuando la cocina funciona como ingrediente para la reinserción. “Pastelitos de mandarina y 30 años de cárcel”. Por Carlos G. Cano en Cadena Ser.
👁️ “Lee Miller, de la fotografía de guerra a la cocina para superar la depresión”. Por Iker Morán en La Vanguardia.
📀 “Bob Dylan, o la poesía como arma cargada de pasado”. Por Rebeca García Nieto en Jot Down.
💀 Miedo a la muerte o miedo a desaparecer. “Revivir a los muertos”, por Laura Marajofsky en Anfibia.
🚀 “Si queremos inventar el futuro no debemos tener el objetivo de hacerlo”. Por Sergio Parra en Yorokobu.
UNA IMAGEN
Hana Katoba
Las imágenes de esta artista son hipnóticas y la demostración de que también se puede hacer poesía visual a través de la inteligencia artificial. Toma su nombre artístico del Hanakotoba, el lenguaje de las flores del Japón más milenario. Son estas las grandes protagonistas de su obra y la vía a través de la cual unir lo real y lo imaginario en un juego que es —casi— de niñxs.
UN LIBRO
El idiota gastronómico (Iñaki Martínez de Albeniz)
El sociólogo vasco forma parte del corazón de Diálogos de Cocina y no faltará a esta edición del congreso. Su último libro mira a la gastronomía de forma afilada, sacándole punta, metiendo el dedo en la llaga para que supure todo lo malo y deje espacio para lo bueno que ya existe y para lo que está por venir.
UNA CITA
Con nosotrxs, claro. El 3 y 4 de marzo, estaremos en Donostia
Las entradas ya están a la venta. Eso ya os lo hemos dicho, pero cada vez queda menos para escuchar en el auditorio del Basque Culinary Center a la cronista Leila Guerriero, el chef René Redzepi, el cineasta Paco Plaza, el polifacético Niño de Elche, el cocinero Bittor Arginzóniz, el bertsolari Jon Maia, la banda de música Morgan, el escritor Juan Soto Ivars, la artista Greta Alfaro, el antropólogo Xavier Medina, la corresponsal en Oriente Medio Nuria Tesón, lxs cocinerxs Maca de Castro, Andrés Torres, Andoni Luis Aduriz, Julián Otero, Pedro Sánchez, Iris Jordán, Lara Roguez, Alatz Bilbao, Yelel Cañas, Sivia Fraccaroli, ¡y más!
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«Necesitamos reconectarnos. Hemos cruzado tantos límites que nos hemos acostumbrado a vivir al borde del colapso. Debemos poner en el centro a la vida y a las personas». — Ana Corredoira —
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